miércoles, 30 de marzo de 2011

Las paradojas de la política

Estoy en Perú, en plena indigestión electoral, con carteles horteras que abarrotan y afean las calles. Hay candidatos para todos los gustos y partidos de todos los colores -incluso fucsia-, de rostros inflados por el botox y el photoshop. Incluso hay uno que blande un garfio amenazante y otro con pinta de haberse comido él solito a Pantagruel.

Prometen cosas en las que no creen y que nunca llevaran a la práctica: el candidato de izquierdas e indigenista trata ampliar su horizonte de votantes haciendo propuestas neoliberales.Usan slogans cortos, genéricos e insustanciales...sólo les falta pedir la paz mundial y el amor fraterno entre civilizaciones. No son soñadores ni ideólogos, simplemente mercaderes de votos. Quizás por eso ninguno parece convencer y todos está igualados en número de votos.

Esta imagen, por cuanto pintoresca, la veremos pronto en las calles de nuestras ciudades.

La diferencia entre las primeras democracias de la historia y la edad contemporánea es que ahora existe una clase política conformada no por personas que en algún momento sienten una vocación, sino por profesionales de la política que aspiran exclusivamente a vivir de ella. Vivir de la política no es lo mismo que vivir para la política.

Si Rousseau resucitara, se llevaría las manos a la cabeza. El dijo que los hombres compartían dualidad como ciudadanos y burgueses, en función de los valores -comunes e individuales, respectivamente- que inspiran sus comportamientos en cada momento. Cada día nosotros somos más ciudadanos reactivos y ellos, los políticos, burgueses redomados.

A estas alturas el lector habrá advertido ya que no siento demasiado aprecio por la clase política.

En España tenemos un panorama político curioso: un sistema casi bipartidista pero donde los regionalismos pueden condicionar la política de Estado: votos a cambio de prebendas y, sobre todo, dinero.Y donde el partido en la oposición no gana los comicios: los pierde el partido gobernante.

De hecho, hubo que llegar a una situación límite para que los electores confiaran en el Partido Popular y éste dilapidó esta confianza con un exceso de arrogancia cuando alcanzó la mayoría absoluta, que catapultó a Zapatero a un resultado impensable, transformando un voto de castigo en un giro electoral.

Mucho ha pasado desde entonces, pero el Partido Popular ha malgastado cuatro años entre el lamento, la autocompasión y  la sospecha de una trama que, posiblemente haya existido, pero que, seguramente, no se esclacerá hasta dentro de cincuenta años, como suele suceder cuando los trapos sucios de los Estados salen a flote. Y ahora malgasta otros cuatro años esperando a que su rival caiga en la lona por propio agotamiento; esto es, a que el Partido Socialista pierda las elecciones.

No tienen mentalidad ganadora. No han defendido con convicción su alternativa. No sé quien dicta su temeraria estrategia pero yo, en el lugar de Rajoy, estaría muy preocupado, ya que Zapatero le entregará un país hecho unos zorros y así...no debe ser divertido gobernar.

Por su parte, conscientes de que no se merecieron ganar, los socialistas han hecho oposición desde el gobierno. Alucinante. Han hecho suyos adjetivos acuñados por el PP de Aznar, como rigor, responsabilidad, etc., y no han desdeñado ocasión para criticar desde el gobierno a la oposición por ejercer su función y discrepar. Hasta el propio Pepín nunca ha asumido dejar de ser el portavoz oficial de su partido.

Un prestigiado diario inglés decía que las próximas elecciones las ganaría el partido que primero echara a su líder.Mientras el partido Popular se frota las manos con las encuestas de intención de voto, el Partido Socialista busca un cambio de liderazgo tras 6 años de mediocridad que han premiado, antes que la capacidad, la sumisión a un líder absoluto e "iluminado" que está llevando a su formación al fuego de los infiernos.

Hoy es más que previsible un cambio de gobierno. La causa no es la crisis económica, sino la falta de visión, ética y capacidad de gestión de un gobierno que vendió "talante" y que ha demostrado ser sectario, prepotente y mentiroso.

Con este desalentador panorama, ahora que asumimos que es necesario realizar cambios estructurales en la economía y que hay que renunciar a parte del estado del bienestar, quizás fuera adecuado debatir sobre la adecuación y reforma del actual sistema político: revisar privilegios, introducir códigos éticos, evolucionar el actual sistema de representación -en particular el regional- e introducir listas abiertas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario