miércoles, 2 de febrero de 2011

Se recoge lo que se siembra

Los acontecimientos en el norte de África son preocupantes. Tanto por las consecuencias, como por la capacidad de transmisión o la génesis de los acontecimientos.
Preocupa quién pueda estar detrás y lo que nos pueda afectar en el plano geopolítico y el económico. Es natural: nuestra política ha sido siempre "controlar" los problemas en vez de solucionarlos, favoreciendo regímenes autoritarios prooccidentales y alianzas militares.
Parece que no aprendemos. En Latinoamérica, este criterio ha mermado las opciones alternativas viables. Por ejemplo, la dictadura argentina se llevó por delante a toda la oposición, por lo que sólo quedan líderes de hábitos viciados y discursos populistas; kafkianos "personajes" dirigen Bolivia, Venezuela, Cuba o Nicaragua; y en algún otro país el electorado no tiene otra opción que votar al menos malo. Asia parece diferente -está tan lejos y hablan raro-, que nos olvidamos, entre otros países, de China, con los que mantemos una relación hipócrita: les criticamos (suavecito) al tiempo compramos barato y les vendemos caro para mantener nuestro estado del bienestar,
En el norte de Africa, como en Oriente Medio nos reiteramos en el mismo error.
No creo que las personas sean ideológicamente fundamentalistas, pero, en un estado de necesidad, quién puede sustraerse a la oferta de pan, trabajo o la vida eterna. Asegurar la educación, la cultura y un bienestar mínimo son las mejores bazas para combatir las posiciones extremistas. Por eso, a la luz de los expolios arqueológicos que se están produciendo en Egipto, no parece que las masas de manifestantes estén mayoritariamente compuestas por estudiantes que sólamente reclaman un futuro. Tiempo al tiempo; se recoge lo que se siembra.

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